¡Un lugar de leyenda!

Cuenta la leyenda que un domingo de verano, los payeses trillaban y cantaban en la era de Escorca, mientras los animales hacían girar los trillos en la era. Por allí pasaron un cura y un monaguillo que llevaban el viático a un moribundo, pero los trilladores continuaron cantando y soltando blasfemias, sin mostrar ningún respeto. Como castigo, sin saber cómo, la era en la que estaban se abrió como un gran embudo y engulló a los hombres, los animales, las herramientas y el grano. Dicen que cada año, el mismo día que ocurrieron estos hechos, durante la noche se oyen todavía las voces de los hombres engullidos por la sima, que cantan y blasfeman tan amargamente que espeluzna a quien los oye. 

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