Este texto, un relato de Agua de mar, ofrece una imagen completa del Puerto de Sóller, donde Josep Pla había llegado a bordo del Rufí.
El café, en el mar, qué maravilla! Uno de los descubrimientos más finos de la gente de mar es éste: empezar el día tomando, en ayunas, una taza de café fuerte, poco azucarado, negro. El bebedizo es de una eficacia casi inmediata: los espíritus se os proyectan hacia el mundo exterior, lo que os rodea suscita una fascinación y os hace relucir la vista. Exactamente el contrario de la depresión amarilla y desfibrada que produce la leche con café. Un punto de aceleración del corazón os tensa los sentidos. Pasáis del flácido embobamiento del levantarse a un estado de plenitud, de disposición positiva. Una vez más, dejáis de preguntaros si la vida es una perfecta irrisoriedad fatigosa sin compensación posible. Aquellos dos sorbos de café os incitan, ante el mar, a empezar un nuevo día - un misterioso nuevo día.
“En mar” Aigua de mar, 1966
Traducido por Sebastià Vidal. Recitado por Ivan Murray.
(Palafrugell, 1897 – Llofriu, 23 d'abril 1981). Prosista y periodista. Miembro de una familia de propietarios rurales, estudió Derecho en Barcelona pero ya desde muy joven empezó a colaborar en prensa. El diario «La Publicidad» lo envió de corresponsal a Madrid y más adelante, a París. Fue el comienzo de una vida viajera. Colaboró también para la «Revista de Catalunya» y «La Veu de Catalunya», y simultáneamente para otros diario madrileños como «El Sol» y «Figaro. De ideas conservadoras al estallar la Guerra Civil se instaló en Marsella. Regresó trás la victoria fascista y colaboró un largo tiempo en el semanario "Destino", al tiempo que se dedicaba a recopilar sus innumerables escritos para convertirlos de libros.
Su obra es difícil de clasificar, extensa y variada. Hay ensayos sobre clases sociales, como Els pagesos, novelas como La calle estrecha, libros de viajes por España y el extranjero, reportajes varios, biografías, muchas de las cuales aparecieron bajo el título Homenots y también dietarios, como el notable Cuaderno gris. Poseía el don de la observación, precisa, nunca aislada del contexto humano y social. El relato, de Agua de mar, ofrece una imagen completa del Puerto de Sóller, a donde Pla llegó a bordo del Rufino. Las barcas, el agua.
Josep Pla es uno de los autores que mejor se ha aproximado a la realidad de Mallorca, a lo largo del siglo XX. El escritor visitó la isla en varias ocasiones, se alojó en hoteles y casas de amigos, la describió con detalle en guías de viaje, saboreó y comentó su gastronomía y trató con prácticamente todos los escritores mallorquines, tanto en persona como abordando su biografía, como en el caso de Joan Alcover. Pla trabajó como periodista y viajó por toda Europa y América, conoció el Mediterráneo exhaustivamente, fue testigo de acontecimientos históricos convulsos y todo lo que explicó fue siempre de manera muy detallada y precisa. Su obra es monumental, un amplio conjunto de volúmenes en prosa que huye de los tópicos y está plagada de fílias y fobias singulares, que han creado escuela.
Josep Pla había viajado en un pequeño barco desde Barcelona directamente al Port de Sóller. En su descripción nos invita a compartir el mismo placer que él experimentó en una tierra que le resultó en cierto modo semejante a la suya, el Empordá: por la gastronomía, por el talante de la gente, por el paisaje. Curiosamente, en sus textos sobre Mallorca, y sobre las Islas en general, adopta una loanza casi permanente, que demuestra que Pla se debió encontrar muy a gusto en Mallorca por sus gente y paisaje.
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